LA PRIMERA IMAGEN DE SAN RAFAEL EN 1655.
LA PRIMERA IMAGEN DE SAN RAFAEL EN
1655.
Uno tras otro, los eruditos
historiadores que trataron
con reconocido celo los inicios en la modernidad del culto y devoción al arcángel
San Rafael, estudiaron los detalles y circunstancias de la talla de la imagen
del Titular de su ilustre hermandad y cofradía, refiriéndose invariablemente a
la primera efigie que concibiera Alonso Gómez de Sandoval en 1735 -que es la
que con verosímil estimación recibe actual mente culto en la cordobesa ermita
de Ntra. Sra. del Socorro- o aún con más detenimiento y precisión
histórico-artística los de la talla que desde 1795 hasta hoy sigue recibiendo
fervoro so culto en la basílica del Juramento como titular de su hermandad,
salida igualmente de la postrera gubia de Gómez de Sandoval
y cuya imagen encarna y simboliza la veneración que los cordobeses prodigan al
santo Custodio, tutelar de la ciudad.
No obstante, salvo excepciones como las de fr. Jerónimo de Vilches, en su piadosa obra "Triunfo angélico del celestre
Príncipe, poderoso protector y glorioso Custodio de la ciudad de Córdoba San
Rafael", publicada en 1781, no se ha venido reparando ni aludiendo sobre
cuál fue la primitiva imagen del santo Titular de la cofradía rafaelista desde los inicios de ésta en 1655, hasta la indicada
fecha del año 1735 en que es bendecida la primera figura iconográfica del
Custodio ejecutada por el mencionado
célebre imaginero cordobés.
Para profundizar sobre
esta ignota imagen de San Rafael, hemos de aludir en primer lugar al contexto histórico,
protagonizado por la epidemia de peste que asoló la urbe cordobesa y gran parte
de Andalucía a partir de 1601. Tras la celebración de numerosas rogativas y
actos litúrgicos que proliferaron en gran parte de iglesias y santuarios de la ciudad, sin que el contagio remitiera,
el cabildo municipal de Córdoba acordó llevar procesionalmente las reliquias de
los Santos Mártires a la catedral para celebrar en ella una solemne función
religiosa de rogativa, para lo que dispuso una artística urna con amplios
viriles de cristal que permitieran ver las reliquias. Se celebró la multitudinaria
procesión el día 7 de julio de 1602 y enseguida cesó la peste en medio del
alborozo de los aliviados cordobeses. El párroco y demás clérigos de la
parroquia de San Pedro, ante la evidencia de los beneficios salutíferos
atribuidos a las reliquias halladas gracias a las Revelaciones del arcángel San Rafael al Padre Roelas, solicitan la autorización para la publicación de
estas Revelaciones del santo Custodio. Para propagar así su devoción y en
prueba de gratitud del pueblo de Córdoba por el prodigio de conseguir el cese
de la plaga, consiguen que se esculpa una imagen de piedra de San Rafael que de
inmediato en 1603 se coloca y bendice en un lateral del altar de la capilla de la
parroquia de San Pedro dedicado a los Santos Mártires y en cuyo lugar comienza
a recibir ininterrumpida veneración.
En 1649 vuelve a propagarse una epidemia de
landre que dura casi un año y medio y que provoca las tradicionales rogativas en
las que tanto el arca de las reliquias de los Mártires, como las imágenes
marianas de la Salud de la parroquia de la Magdalena o la Virgen de Villaviciosa
e incluso el 25 de marzo de 1650 con la
talla del santo Cristo de las Mercedes, son objeto de la piedad popular que
implora la sanación. Ante tal situación el jesuita Juan Bautista Caballero,
catedrático del Colegio de Santa Catalina, promueve
la celebración de una solemne misa en la iglesia de dicho colegio en honor del
Custodio, en la que predica el propio jesuita y que concelebran tres
prebendados del cabildo de 1a catedral cordobesa participando los capellanes y acólitos
con toda magnificencia y ornamentos, así como el acompañamiento de la capilla
de música catedralicia, en una multitudinaria función religiosa en la que no
falta la asistencia de los miembros del cabildo
municipal, entre ellos el regidor José de Valdecañas y Herrera y tras cuya
fiesta los estragos de la pestilencia remiten. Se solicita en 1651 la celebración
del rezo propio y fiesta con octava anual para cada 7 de mayo dedicados a San
Rafael.
Los devotos vuelven a
sentir por tanto la especial protección del Custodio y en 1652, terminado definitivamente el azote de la calamidad pública, juzgan que tan extraordinaria y singular
protección debe revestir particular y excepcional distinción, para lo que
deciden dedicarle una capilla propia en el lugar en donde la tradición atribuyó
el prodigio de la aparición del Custodio al presbítero Roelas, tal como les
había exhortado el padre Juan Bautista Caballero en su prédica.
El capitular Valdecañas y Herrera consigue que
el 6 de septiembre de 1652 se celebre una reunión general del cabildo municipal
en el que se determinó la edificación de un templo propio para albergar la imagen pétrea de San Rafael, que para entonces
lucia dorada y enriquecida con elementos e insignias de plata. A tal efecto
acuerda el ayuntamiento adquirir consiguientemente para ello las casas en las
que habitó el padre Roelas, lugar de las Apariciones, lo que se logra al
siguiente año 1653 en que comienzan las obras de la proyectada ermita dedicada
al Custodio.
De nuevo Valdecañas prepara la organización de unas
fiestas a San Rafael en tanto se tramita la concesión del rezo y fiesta votiva
en honor al Santo. El día 6 de mayo de 1653 se trajo a la Catedral la imagen de
San Rafael desde la parroquia de San Pedro, para al anochecer iluminarse la
torre de la mezquita-catedral y ofrecerse un espectáculo de fuegos
artificiales. Al día siguiente 7 de mayo, comenzó
un solemne octavario en el altar mayor de la catedral, con asistencia de la
corporación municipal y del cabildo catedralicio, que concluyó el día 14, en
que la imagen de piedra de San Rafael fue devuelta a la capilla de los
Mártires, de la parroquial de San Pedro. Se habían programado dos procesiones
con la imagen del Custodio, una primera de San Pedro a la Catedral el día 6 de
mayo y otra de vuelta al mismo templo parroquial el día 14, que no llegaron a
celebrarse a causa de la lluvia, a pesar de los numerosos y artísticos
preparativos y altares levantados en el proyectado itinerario que debían
recorrer ambas procesiones rafaelistas, por lo que la imagen hubo de ser
trasladada de forma reservada en un carruaje cubierto.
Mientras tanto y dada la devoción de los cordobeses al Arcángel
tutelar, se aprueba adecuar un provisional oratorio, con puerta y ventanas a la
calle, en una parte del templo en construcción, en el que se pudiese venerar la
imagen de San Rafael traída desde la parroquial de San Pedro, que es colocada
en el centro del altar.
La capilla es bendecida por el canónigo
maestrescuela Antonio Francisco Bañuelos Murillo, quien con otros canónigos
celebra la primera misa en el oratorio. Simultáneamente José de Valdecañas está
gestionando la erección canónica de una Hermandad del Santo Arcángel y con su
apoyo, para ello, se congregaron los primeros caballeros cordobeses que se alistaron como primeros cofrades de San Rafael, redactando las
primeras Reglas que fueron aprobadas en 1655 por el obispo Antonio Valdés y su
provisor Matías López Valtablado. La iglesia la bendice el canónigo Juan
Fajardo Pardo el 21 de junio de 1732. Para entonces la cofradía proyecta la
talla de una nueva imagen de su Titular, que finalmente se encarga a Alonso Gómez
de Sandoval, quien la concluye en 1735.
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