SAN RAFAEL Y CÓRDOBA: HISTORIA Y MONUMENTOS.
Julián Hurtado de Molina Delgado
Cronista oficial de la Ciudad.
A
esta más que trimilenaria ciudad de Córdoba, de pasado tartésico, ibérico,
romano y visigodo, andalusí, judío y cristiano, se une en la Edad Moderna una
especial seña de identidad encarnada por la figura del arcángel San Rafael,
como Custodio de la Ciudad, figura antropomórfica en torno a la cual se origina
una corriente de religiosidad popular que nace del pueblo, de forma que se
acaba por convertir en eje fundamental de las tradiciones en el tejido social
de la ciudad, y que lleva a vincular a los ciudadanos cordobeses incluso en su
propio nombre de pila, especialmente en esto a raíz del terremoto de Lisboa de
1755 de cuyos estragos resulta indemne la ciudad de la Mezquita.
Gracias
a dos congregaciones religiosas netamente españolas, como eran la Compañía de
Jesús y los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, que en el siglo XVI
nacen con gran fortaleza e intensidad, se va extendiendo rápidamente esta devoción letifica, a la que
en Córdoba se suman desde primer momento el Concejo de Córdoba, la nobleza
radicada en la antigua urbe andalusí y el clero cordobés, produciéndose una conjunción de factores y elementos piadosos que
lo extienden y propagan y que están en la base de sus tradiciones, como el relativo
a la propagación del relato sobre sus apariciones al sacerdote Andrés de las
Roelas.
Sin
embargo lo que otorgará tan especial y definitiva consideración en Córdoba a la
figura del Arcángel, será el fenómeno del singular auxilio que se le atribuye en
las sucesivas y numerosas calamidades y azotes de la peste, a partir de las que
acontecieron entre 1601 y 1603 y se reproducirían a mediados del mismo siglo
XVII, catástrofes que asolaron la ciudad y cuya superación conllevó que ya
desde entonces los cordobeses se encomendaran al Custodio para implorar su celestial amparo, agradeciendo
al tiempo su patrocinio en esos momentos de tan grave dificultad, preservando al
pueblo de Córdoba, según la piedad popular, de epidemias, contagios, plagas y
tormentas. En tal sentido, constituyó un elemento de extraordinaria
significación el que desde el primer momento interviniese el jesuita Padre Juan
Bautista Caballero, catedrático en el colegio de Santa Catalina, como impulsor
en Córdoba de la devoción rafaelista, celebrando solemnes funciones religiosas
y enardecidas prédicas en honor del Santo Arcángel, que culminaron con el apoyo
del Obispo Fray Pedro de Tapia para la aprobación del Breve de Inocencio X de fecha 10 de
septiembre de 1650, estableciendo el rezo en honor de San Rafael cada 7 de
mayo, con igual solemnidad con la que hasta ese momento celebraba desde antiguo
la Orden Mercedaria sus cultos al Arcángel, y que igualmente consiguió promover
la erección del primer triunfo pétreo a San Rafael en el Puente romano, gracias
a la aportación y patrocinio de los cordobeses . Fue también un jesuita, el
Padre Juan de Santiago, quien en el siglo XVIII implementa la construcción de
triunfos rafaelistas en las plazas y calles de la ciudad, al conseguir que se
erigiese un triunfo en la plaza de la Compañía, junto al templo y colegio que
los jesuitas tenían en Córdoba en aquella etapa histórica, en la actual
parroquia del Salvador y Santo Domingo de Silos.
La iniciativa institucional municipal de la época logró también conseguir que en el mismo siglo XVIII los escribanos cordobeses acordaran la general inclusión de cláusulas testamentarias y mandas, en favor del culto al Custodio de Córdoba y sobre todo para la construcción de su iglesia del Juramento, a cargo de su ilustre hermandad. Desde antiguo, la figura de San Rafael, viene presidiendo calles, plazas, patios, casas, fachadas, balcones y edificios de nuestra ciudad, al igual que el Custodio es titular de iglesias, conventos, instituciones, empresas, estadio de futbol y entidades de Córdoba. Así por ejemplo el Arcángel San Rafael fue designado patrono de todas las peñas cordobesas el 24 de octubre de 1957 o en febrero de 1971 el pleno del Ayuntamiento de Córdoba acordó nombrarlo Regidor Perpetuo de la Ciudad. En cualquier vivienda cordobesa no es difícil encontrar en lugar destacado, un azulejo, cuadro o imagen de San Rafael. El espacio público urbano ofrece relevantes testimonios de esta vinculación rafaelista, como el altar de la calle Candelaria, los mencionados triunfos que a lo largo de los siglos se han ido levantando en la capital del antiguo califato, entre los que destacan el triunfo junto a la puerta del Puente, el del Puente Romano, o los mas modernos realizados en el siglo XX, del Puente de San Rafael o el de la plaza de Sebastian Cuevas, todos ellos testimonio de la pujanza y vitalidad actual de la devoción a San Rafael en Córdoba.
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