LA IMAGEN DE SAN FERNANDO DE LA ANTIGUA CAPILLA REAL DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA
LA IMAGEN DE SAN FERNANDO DE LA
ANTIGUA CAPILLA REAL DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA
Sobre las hermosas arquerías de la antigua Mezquita Alhama de Córdoba,
en la parte oriental, correspondiente a la ampliación del califa Alhaken II, se
encuentra la antigua Capilla Real de la Catedral de Córdoba, actualmente
dedicada a San Fernando.
Es de planta cuadrangular, que se desarrolla en vertical sobre dichas
arquerías y la antigua Capilla
Mayor. El acceso a la planta de esta capilla se hacía desde las dos
puertas –hoy ventanas- de su costado occidental, a las que se tenía acceso
desde el presbiterio elevado de la capilla
-hoy desaparecido al destruirse éste en 1879- por lo que desapareció así también el acceso
natural a la planta alta de la Capilla Real, desvirtuándose el recinto casi por
completo en su configuración inicial. Por lo tanto, el nivel del suelo de la
capilla se eleva en la actualidad varios metros respecto al suelo actual de
la mezquita-Catedral, impidiendo acceder a su
interior.
Fue edificada para sepulcro del rey
Fernando IV de Castilla en 1312, año en el que falleció el monarca el 7 de septiembre en Jaén. La reina viuda doña Constanza,
permaneció por un tiempo en Córdoba y fundó, el 4 de octubre del mismo año, la
que se conoció desde entonces como Capilla Real. Posteriormente, su hijo el rey
Alfonso XI había manifestado también la voluntad de ser enterrado en:
“La capilla donde yacía el rey don Fernando
su padre, en la yglesia mayor de Sancta María” de Córdoba. El monarca falleció
en el cerco de Gibraltar en 27 de marzo de 1350, víctima de la peste negra. La
Crónica de Alfonso XI deja a su vez constancia del traslado de sus restos a
Córdoba.
Así pues, esta capilla se convirtió,
durante siglos, en el lugar de descanso de dos reyes de Castilla. El decoro
regio condujo a que el espacio se ennobleciera y ornamentara de manera acorde a
tan ilustres personajes. La obra, al parecer, estuvo a cargo de Enrique II,
pues así lo afirma la inscripción que figura en el zócalo
de la Capilla:
“este
es el muy alto rrey d. Enrrique. Por onrra del cuerpo del rrey su padre esta
capiella mando facer acabose en la era de M e CCCCIX años. (Fecha a la que,
según el antiguo cómputo del tiempo en España, la llamada Era Hispánica, hay
que restar 38 años, por lo que corresponde a 1371).
Destaca en esta
capilla la decoración dorada y policromada de estilo mudéjar, imperante en la
Casa Real de la época, en la que se aprecian las hermosas yeserías,
que nos hablan de la riqueza decorativa que llegó a alcanzar el conjunto. Con labores de ataurique –es decir,
la decoración con motivos vegetales estilizados-, y mocárabes de yeso -una especie de pirámides truncadas invertidas que
cuelgan de la bóveda- rellenan
totalmente los plementos –o espacios que quedan entre los arcos- de la cúpula. Se
observa un zócalo
alicatado de gran belleza, en el que destaca una cuidada decoración geométrica
realizada a base de lazos, rombos y cresterías, que recorría el perímetro de
la capilla y sobre el que
arrancaba la decoración de los cuatro muros. Igualmente es de resaltar el
original friso de yeserías a base de motivos heráldicos de Castilla y León,
decoración epigráfica árabe y arquillos lobulados que recorre el muro Este. Del
mismo friso parten cinco arcos polilobulados dispuesto de forma irregular, a
partir de los cuales se desarrolla una decoración de rombos sobre fondo de
ataurique.
Lo más interesante es
que en la hornacina central de la capilla –decorada con estrellas doradas de 8
puntas sobre fondo azul, y rematada por dos leones- se encuentra hoy una imagen
de San Fernando, que preside la Capilla.
Dicha imagen del Santo Rey, de
ajustadas dimensiones, fue tallada en el siglo XVIII en madera policromada por
encargo del cabildo catedralicio y es de autor anónimo. En su cabeza destaca
una magnífica y dieciochesca corona real labrada en plata por uno de los
prestigiosos orfebres y plateros cordobeses.
El Santo conquistador
de Córdoba aparece con sus insignias reales -corona, manto y orbe en la mano-,
ataviado con armadura y blandiendo la desenvainada espada de plata, que
simboliza la defensa de la fe.
Vinculada
tradicionalmente a la figura del rey Fernando, fue en esta capilla Real donde
se celebraron solemnes fiestas y sermón en 1671 con motivo de la canonización
de nuestro Titular San Fernando por parte del Papa Clemente X.
Igualmente la Real
Colegiata de San Hipólito de Córdoba, celebró en honor de San Fernando solemne
función religiosa al subir a los altares el nuevo santo en el mismo año 1671,
como templo fundado por el rey Alfonso XI, un descendiente de Fernando III, de
la castellanoleonesa Casa de Borgoña.
A pesar de su gloriosa historia, la Capilla Real está ahora vacía, sin
culto. En efecto, los restos mortales de los monarcas –conservados en dos cajas
en la parte alta- estuvieron en esta capilla hasta la noche del 8 de agosto de
1736 en que se trasladaron procesionalmente a la Colegiata de San Hipólito por
disposición de Felipe V, y los capellanes reales se llevaron consigo todo el
patrimonio mueble de la capilla. En la actualidad es posible visitar ambos
sepulcros, ya que se encuentran depositados a la vista, en los extremos de la
cabecera de dicha Iglesia de San Hipólito (PP. Jesuitas). Sin embargo,
permanece también en la mezquita-catedral, a través del matizado esplendor de
esta Capilla, el recuerdo vivo de la gran vinculación que los reyes de Castilla
mantuvieron con la ciudad de Córdoba.
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